Margarita Zorrilla
Ha enfrentado al cáncer por nueve años, nos habla de lo difícil que es lidiar con la enfermedad y su fórmula para vivir mejor
¿Qué tipo de cáncer tienes?
En octubre de 2011 me diagnosticaron cáncer de mama. Me hicieron una cirugía que consistió en realizar mastectomía unilateral radical (lado izquierdo). Estuve tomando tratamiento por 5 años de enero 2012 a enero 2017. Hacia noviembre de 2017 empecé con dificultades para caminar y otras, pero en ese momento no lo relacioné con el cáncer. Pensé que ya estaba curada para siempre. Pero no fue así.
En abril de 2018 después de varios estudios (un ultrasonido de cuello y clavícula -tenía y tengo una bola que resultó ser un conglomerado de ganglios; una biopsia y un PET) me diagnosticaron cáncer en huesos y en algunos tejidos blandos. El cáncer se encuentra distribuido en varias partes del cuerpo.
A partir de mayo de 2018 el tratamiento es tomado e inyectado. Ya cuento dos años y un mes de este tratamiento. La enfermedad (el monstruo) está estable.
¿Has intentado algo algún tratamiento externo al médico que te haya ayudado?
Tratamiento adicional a lo antes descrito, NO. Creo que ayuda a estar bien varias cosas: tener ocupación, hacer ejercicio, compartir con amigas, sobre todo, reír todo lo que sea posible. Tomo vitaminas para contrarrestar algunos efectos no deseados de los medicamentos. Pero no tengo nada en especial, ni alternativo. No descarto utilizar en algún momento algo de medicina alternativa, pero será siempre en combinación con el tratamiento que voy teniendo.
Si quiero decir que no he tenido necesidad de quimioterapia, ni de radioterapia. Esto se debe en parte a la velocidad de reproducción de las células malas. Sin duda esta situación ha sido una bendición para mí, mi familia y mis amigos cercanos.
¿Cómo ha sido esta enfermedad para ti?
Pues la verdad fue de sorpresa. No obstante, tengo entrenamiento desde pequeña (mi padre era médico) de que la realidad es la que es y hay que hacerle frente de la mejor manera. En este sentido preferí preguntarme ¿para qué todo esto?, ¿qué tengo que aprender?
La cirugía, la mastectomía radical, hace casi 9 años, fue muy difícil. La recuperación inmediata fue de casi tres meses. Esto fue así porque traté de reconstruirme con mi propio cuerpo y tuve severos problemas de cicatrización.
Pero nunca estuve sola. Mi esposo, fue mi enfermero de oro. Mis amigas cercanas siempre ahí para ayudarme con las curaciones.
No es que yo sea muy valiente o muy fuerte. Como hermana mayor de 6, me tocó ver sufrir a mi hermano Alberto, quien murió a los 13 años, tenía fibrosis quística del páncreas y luego a mi hermano Sergio quien murió a los 44, también con fibrosis quística del páncreas. Murió justo un año antes de mi diagnóstico de cáncer. Ambos tuvieron entereza y una manera de vivir increíble. Cada vez que me quiero quejar de algo que me pasa, pienso en ellos y me digo: “no tienes por qué quejarte, vive cada día con intensidad”.
De alguna manera desde niña, me tocó convivir con la enfermedad y con el dolor, pero al mismo tiempo con la alegría de vivir. No es nada fácil, sobre todo cuando me siento sola.
Como se dicen muchas cosas sobre la relación entre el estado emocional y el estado de salud… pues he pensado que mi cáncer es por la tristeza de la muerte de mi hermano menor un año antes de mi primer diagnóstico, o es por el estrés en el que estuve sometida (y no supe manejar) sobre todo del trabajo.
Sin embargo, no es fácil determinar el origen de una enfermedad como el cáncer. Al menos en mi caso. Entonces no importa de dónde viene, por qué se produce, importa aprender a manejar la enfermedad y a sentir uno que está bien. No oculto que le tengo miedo al dolor… cuando hay dolor es como si dejara de vivir… es fuerte…
¿Cuáles son los sentimientos más difíciles a los que te has enfrentado en este tiempo?
De afuera hacia dentro, es decir los sentimientos de otras personas hacia mí: la lástima y la discriminación. Algunas personas te tratan como si fueras apestada. Lo veo, pero no lo recibo, sin embargo, si cala un poco.
Lo que me cuesta es aceptar que tengo menos energía, que estoy cansada, que no puedo hacer muchas cosas. Que mi día se acaba por ahí de las 6 de la tarde o antes.
A veces me entra la tristeza, pero la verdad es que le doy la vuelta a la tuerca y mejor pienso en lo privilegiada y bendecida que soy. ¡Estoy viva! A veces me tardo varios días en dar la vuelta a la tuerca, pero lo voy logrando. Me caigo y me levanto.
Lo que sí tengo que luchar contra el miedo, contra el susto, contra pensar en futuros no deseables y todas esas cosas que “la loca de la casa”, la mente, nos pone enfrente.
He tenido días muy llorona. Bueno, soy una persona que llora fácilmente. Pero a veces se me carga la responsabilidad de lidiar con este monstruo que es el cáncer.
¡Aprender a vivir cada día! Se dice fácil, pero a mi me ha costado aprenderlo y vivirlo.
¿Qué crees que sea lo más importante que la enfermedad te ha enseñado?
A tener paciencia. A ver la vida de otra manera. A buscar la paz de mi alma.
No todo es perfecto. Tengo preocupaciones, quiero hacer el equipaje de mi vida pequeño para dejar todo arreglado. Soy consciente de que he recibido un aviso y quiero estar lista, lista para la recta final de mi vida…aún no lo estoy… ni en lo material y ni en lo espiritual.
¿Qué le dirías a alguien que le acaban de diagnosticar la misma enfermedad?
Que la enfrente, que luche con todo lo que tenga disponible, física, emocional y espiritualmente. Que se acerque con personas que la aman pues ellas podrán sostenerla y animarla. También habrá alguien que le podrá ayudar a ver en su interior para identificar sus fortalezas.
Una cosa importante, “no eres responsable de tener en tu cuerpo a este monstruo”, “no eres culpable”. Está ahí y no hay que dejarlo vivir.
Sé que no todos los cánceres son iguales, digamos que el tamaño del monstruo y su agresividad varían.
A mí no me gusta andar indagando cosas acerca de mi cáncer. Suelo pedirles a mis médicos que me digan los estrictamente necesario que debo saber. Esto es importante porque ayuda a no andar inventando o anticipando situaciones.
Sé que no es fácil y que es necesario aprender a sacar fuerzas de la flaqueza. Pero sí se puede. Creo que aprender a compartir lo que uno va viviendo es fundamental. Incluso habrá alguna persona en “tu vida” con la que puedas hablar de todo… tus miedos, tus sustos, tus angustias… y no serás juzgado ni te dirán, “no te preocupes”… eso no es lo que uno necesita.
Aunque también hay que aprender a aceptar que no toda nuestra familia, o nuestros amigos le gusta escuchar y hablar del tema del cáncer, de la vida, de la muerte, el dolor y todo lo que esto conlleva. A veces, son personas que no conoces pero que se acercan a uno de buena voluntad y simplemente te escuchan, te abrazan, te dicen alguna palabra de consuelo y te invitan a no claudicar en una lucha por la vida y contra el cáncer.
¿Cuáles son los hábitos que te han ayudado a mantenerte en tu día a día?
Eso de que hay que ocuparse de uno mismo es cierto. También es algo que se aprende. Yo tengo 67 años y me he pasado mi vida ocupándome de los demás, así es que no sé muy bien como ocuparme de mi misma. Así es que ahora estoy aprendiendo a “ocuparme de mí misma”.
He intentado el ejercicio, un poco, lo confieso, pero de todos los días. Es necesario que proteja mis huesos. La alimentación. Contacto con mis hijos (3 varones). Relación de todos los días con unas amigas que me han venido acompañando desde que empecé este caminar con ese monstruo que quiero combatir con todo.
El confinamiento (desde el 14 de marzo), obligado por la pandemia y en mi caso por ser doblemente vulnerable me ha ayudado a estar tranquila y darme tiempo para empezar a ordenar cosas en casa. Compartir más con mi esposo (estamos los dos solos), me insiste en tener una rutina de vida, en horarios, alimentación, comidas, quehaceres de casa, de mi vida profesional que aún conservo (porque me jubilé). Esto se me hace difícil, pero en el fondo se que ayuda y que es mejor tener rutinas que no tenerlas. Aprender a ver las rutinas como hermosos rituales que le dan significado a esa cotidianidad.
Confieso que me rebelo, que quisiera reinventar la vida todos los días, pero en realidad es una rebeldía que no ni cómo resolver. Entonces, me disciplino y retorno a esa rutina virtuosa que enmarca la vida cotidiana. De tanto en tanto, busco cómo poner un color distinto a cada día, a cada actividad. No siempre lo logro, pero lo intento.
¿Qué haces para levantarte el ánimo en un mal día de la enfermedad?
Llorar y aceptar que tengo un mal día. A veces me duermo y busco aislarme un poco. Pero como tengo que atender las cosas de casa, las comidas, no tengo mucho para dónde hacerme.
Me cuesta trabajo buscar a alguien para compartir mi desaliento, en realidad no lo hago, cargo con mi pesar y ya está. Cuando pasa, busco a alguna amiga cercana y se lo cuento… pero como algo que ya es historia, qué me pasó y cómo lo superé.
Si se trata de dolor físico, pues es complicado, porque el dolor paraliza. Si tengo paliativos a la mano pues los utilizo, los medicamentos se hicieron para ayudarnos con el dolor. Si es algo fuerte le llamo a mi médico quien suele orientarme y tranquilizarme.
Y pues a seguir este caminar…
¿Qué libro o libros recomendarías que te han motivado o ayudado en esta fase de tu vida?
Aquí si le voy a fallar. No me gustan los libros de autoayuda. Lo que he tratado de leer y meditar es con la palabra de Dios, tanto del Antiguo testamento, que me fascina como del nuevo testamento. Profundizar en temas de espiritualidad y de la fe.
Alguna que otra novela, siempre distraen y te ayudan a viajar por otros lugares y otros tiempos. Ahora estoy leyendo “Memorias de Adriano” de Marguerite Yourcenar.
Me gustan lecturas, películas y series de ciencia ficción. Me gustan historias de vida de mujeres en la historia y en el presente. Historias de lucha contra el cáncer, hay muchos testimonios que ayudan a mirar lo que uno vive de otra manera.
Sé que finalmente lo que enfrento es el sentido más profundo de la vida, de mi vida.
Gracias a Margarita por esta entrevista, es un mujer que admiro por su convicción, entereza y alegría para enfrentar la vida.
Por: MAC
Margarita Zorrilla
En nueve años ha aprendido a lidiar con la enfermedad, a sobreponerse de los malos días y nos comenta la importancia de tener una rutina
¿Qué tipo de cáncer tienes?
En octubre de 2011 me diagnosticaron cáncer de mama. Me hicieron una cirugía que consistió en realizar mastectomía unilateral radical (lado izquierdo). Estuve tomando tratamiento por 5 años de enero 2012 a enero 2017. Hacia noviembre de 2017 empecé con dificultades para caminar y otras, pero en ese momento no lo relacioné con el cáncer. Pensé que ya estaba curada para siempre. Pero no fue así.
En abril de 2018 después de varios estudios (un ultrasonido de cuello y clavícula -tenía y tengo una bola que resultó ser un conglomerado de ganglios; una biopsia y un PET) me diagnosticaron cáncer en huesos y en algunos tejidos blandos. El cáncer se encuentra distribuido en varias partes del cuerpo.
A partir de mayo de 2018 el tratamiento es tomado e inyectado. Ya cuento dos años y un mes de este tratamiento. La enfermedad (el monstruo) está estable.
¿Has intentado algo algún tratamiento externo al médico que te haya ayudado?
Tratamiento adicional a lo antes descrito, NO. Creo que ayuda a estar bien varias cosas: tener ocupación, hacer ejercicio, compartir con amigas, sobre todo, reír todo lo que sea posible. Tomo vitaminas para contrarrestar algunos efectos no deseados de los medicamentos. Pero no tengo nada en especial, ni alternativo. No descarto utilizar en algún momento algo de medicina alternativa, pero será siempre en combinación con el tratamiento que voy teniendo.
Si quiero decir que no he tenido necesidad de quimioterapia, ni de radioterapia. Esto se debe en parte a la velocidad de reproducción de las células malas. Sin duda esta situación ha sido una bendición para mí, mi familia y mis amigos cercanos.
¿Cómo ha sido esta enfermedad para ti?
Pues la verdad fue de sorpresa. No obstante, tengo entrenamiento desde pequeña (mi padre era médico) de que la realidad es la que es y hay que hacerle frente de la mejor manera. En este sentido preferí preguntarme ¿para qué todo esto?, ¿qué tengo que aprender?
La cirugía, la mastectomía radical, hace casi nueve años, fue muy difícil. La recuperación inmediata fue de casi tres meses. Esto fue así porque traté de reconstruirme con mi propio cuerpo y tuve severos problemas de cicatrización.
Pero nunca estuve sola. Mi esposo, fue mi enfermero de oro. Mis amigas cercanas siempre ahí para ayudarme con las curaciones.
No es que yo sea muy valiente o muy fuerte. Como hermana mayor de 6, me tocó ver sufrir a mi hermano Alberto, quien murió a los 13 años, tenía fibrosis quística del páncreas y luego a mi hermano Sergio quien murió a los 44, también con fibrosis quística del páncreas. Murió justo un año antes de mi diagnóstico de cáncer. Ambos tuvieron entereza y una manera de vivir increíble. Cada vez que me quiero quejar de algo que me pasa, pienso en ellos y me digo: “no tienes por qué quejarte, vive cada día con intensidad”.
De alguna manera desde niña, me tocó convivir con la enfermedad y con el dolor, pero al mismo tiempo con la alegría de vivir. No es nada fácil, sobre todo cuando me siento sola.
Como se dicen muchas cosas sobre la relación entre el estado emocional y el estado de salud… pues he pensado que mi cáncer es por la tristeza de la muerte de mi hermano menor un año antes de mi primer diagnóstico, o es por el estrés en el que estuve sometida (y no supe manejar) sobre todo del trabajo.
Sin embargo, no es fácil determinar el origen de una enfermedad como el cáncer. Al menos en mi caso. Entonces no importa de dónde viene, por qué se produce, importa aprender a manejar la enfermedad y a sentir uno que está bien. No oculto que le tengo miedo al dolor… cuando hay dolor es como si dejara de vivir… es fuerte…
¿Cuáles son los sentimientos más difíciles a los que te has enfrentado en este tiempo?
De afuera hacia dentro, es decir los sentimientos de otras personas hacia mí: la lástima y la discriminación. Algunas personas te tratan como si fueras apestada. Lo veo, pero no lo recibo, sin embargo, si cala un poco.
Lo que me cuesta es aceptar que tengo menos energía, que estoy cansada, que no puedo hacer muchas cosas. Que mi día se acaba por ahí de las 6 de la tarde o antes.
A veces me entra la tristeza, pero la verdad es que le doy la vuelta a la tuerca y mejor pienso en lo privilegiada y bendecida que soy. ¡Estoy viva! A veces me tardo varios días en dar la vuelta a la tuerca, pero lo voy logrando. Me caigo y me levanto.
Lo que sí tengo que luchar contra el miedo, contra el susto, contra pensar en futuros no deseables y todas esas cosas que “la loca de la casa”, la mente, nos pone enfrente.
He tenido días muy llorona. Bueno, soy una persona que llora fácilmente. Pero a veces se me carga la responsabilidad de lidiar con este monstruo que es el cáncer.
¡Aprender a vivir cada día! Se dice fácil, pero a mi me ha costado aprenderlo y vivirlo.
¿Qué crees que sea lo más importante que la enfermedad te ha enseñado?
A tener paciencia. A ver la vida de otra manera. A buscar la paz de mi alma.
No todo es perfecto. Tengo preocupaciones, quiero hacer el equipaje de mi vida pequeño para dejar todo arreglado. Soy consciente de que he recibido un aviso y quiero estar lista, lista para la recta final de mi vida…aún no lo estoy… ni en lo material y ni en lo espiritual.
¿Qué le dirías a alguien que le acaban de diagnosticar la misma enfermedad?
Que la enfrente, que luche con todo lo que tenga disponible, física, emocional y espiritualmente. Que se acerque con personas que la aman pues ellas podrán sostenerla y animarla. También habrá alguien que le podrá ayudar a ver en su interior para identificar sus fortalezas.
Una cosa importante, “no eres responsable de tener en tu cuerpo a este monstruo”, “no eres culpable”. Está ahí y no hay que dejarlo vivir.
Sé que no todos los cánceres son iguales, digamos que el tamaño del monstruo y su agresividad varían.
A mí no me gusta andar indagando cosas acerca de mi cáncer. Suelo pedirles a mis médicos que me digan los estrictamente necesario que debo saber. Esto es importante porque ayuda a no andar inventando o anticipando situaciones.
Sé que no es fácil y que es necesario aprender a sacar fuerzas de la flaqueza. Pero sí se puede. Creo que aprender a compartir lo que uno va viviendo es fundamental. Incluso habrá alguna persona en “tu vida” con la que puedas hablar de todo… tus miedos, tus sustos, tus angustias… y no serás juzgado ni te dirán, “no te preocupes”… eso no es lo que uno necesita.
Aunque también hay que aprender a aceptar que no toda nuestra familia, o nuestros amigos le gusta escuchar y hablar del tema del cáncer, de la vida, de la muerte, el dolor y todo lo que esto conlleva. A veces, son personas que no conoces pero que se acercan a uno de buena voluntad y simplemente te escuchan, te abrazan, te dicen alguna palabra de consuelo y te invitan a no claudicar en una lucha por la vida y contra el cáncer.
¿Cuáles son los hábitos que te han ayudado a mantenerte en tu día a día?
Eso de que hay que ocuparse de uno mismo es cierto. También es algo que se aprende. Yo tengo 67 años y me he pasado mi vida ocupándome de los demás, así es que no sé muy bien como ocuparme de mi misma. Así es que ahora estoy aprendiendo a “ocuparme de mí misma”.
He intentado el ejercicio, un poco, lo confieso, pero de todos los días. Es necesario que proteja mis huesos. La alimentación. Contacto con mis hijos (3 varones). Relación de todos los días con unas amigas que me han venido acompañando desde que empecé este caminar con ese monstruo que quiero combatir con todo.
El confinamiento (desde el 14 de marzo), obligado por la pandemia y en mi caso por ser doblemente vulnerable me ha ayudado a estar tranquila y darme tiempo para empezar a ordenar cosas en casa. Compartir más con mi esposo (estamos los dos solos), me insiste en tener una rutina de vida, en horarios, alimentación, comidas, quehaceres de casa, de mi vida profesional que aún conservo (porque me jubilé). Esto se me hace difícil, pero en el fondo se que ayuda y que es mejor tener rutinas que no tenerlas. Aprender a ver las rutinas como hermosos rituales que le dan significado a esa cotidianeidad.
Confieso que me rebelo, que quisiera reinventar la vida todos los días, pero en realidad es una rebeldía que no ni cómo resolver. Entonces, me disciplino y retorno a esa rutina virtuosa que enmarca la vida cotidiana. De tanto en tanto, busco cómo poner un color distinto a cada día, a cada actividad. No siempre lo logro, pero lo intento.
¿Qué haces para levantarte el ánimo en un mal día de la enfermedad?
Llorar y aceptar que tengo un mal día. A veces me duermo y busco aislarme un poco. Pero como tengo que atender las cosas de casa, las comidas, no tengo mucho para dónde hacerme.
Me cuesta trabajo buscar a alguien para compartir mi desaliento, en realidad no lo hago, cargo con mi pesar y ya está. Cuando pasa, busco a alguna amiga cercana y se lo cuento… pero como algo que ya es historia, qué me pasó y cómo lo superé.
Si se trata de dolor físico, pues es complicado, porque el dolor paraliza. Si tengo paliativos a la mano pues los utilizo, los medicamentos se hicieron para ayudarnos con el dolor. Si es algo fuerte le llamo a mi médico quien suele orientarme y tranquilizarme.
Y pues a seguir este caminar…
¿Qué libro o libros recomendarías que te han motivado o ayudado en esta fase de tu vida?
Aquí si le voy a fallar. No me gustan los libros de autoayuda. Lo que he tratado de leer y meditar es con la palabra de Dios, tanto del Antiguo testamento, que me fascina como del nuevo testamento. Profundizar en temas de espiritualidad y de la fe.
Alguna que otra novela, siempre distraen y te ayudan a viajar por otros lugares y otros tiempos. Ahora estoy leyendo “Memorias de Adriano” de Marguerite Yourcenar.
Me gustan lecturas, películas y series de ciencia ficción. Me gustan historias de vida de mujeres en la historia y en el presente. Historias de lucha contra el cáncer, hay muchos testimonios que ayudan a mirar lo que uno vive de otra manera.
Sé que finalmente lo que enfrento es el sentido más profundo de la vida, de mi vida.
Gracias a Margarita por esta entrevista, es un mujer que admiro por su convicción, entereza y alegría para enfrentar la vida.
Por: MAC
Maricarmen Campillo
Una de personas pocas personas en el mundo que ha logrado estar libre de cáncer de manto. En entrevista nos habla de su visión de la enfermedad y se refiere a los hábitos que la han ayudado a vivir de manera más plena
¿Qué significa la palabra cáncer para ti?
En 2011 cuando me diagnosticaron cáncer con linfoma de células del manto, que significa que las células por una mutación de cromosomas forman manto alrededor y se enferman. En ese entonces, la palabra cáncer significaba enfermedad, dolor y muerte. Hoy para mi la palabra cáncer significa sanación, aprendizaje y oportunidad de crecimiento.
¿Cómo fue tu tratamiento?
Mi tratamiento médico duró dos años: seis meses de quimioterapia convencional (inyectada por catéter) y un año de quimioterapia tomada en pastillas.
La fase más difícil fue cuando, a causa de las quimioterapias, se me bajaron tanto las defensas que tuve que permanecer en el hospital en aislamiento. Es difícil saber que estás tan vulnerable y que cualquier virus o bacteria puede acabar con tu vida. Es difícil también permanecer tanto tiempo sin visitas y no poder abrazar a tus seres queridos.
Con el tiempo decidí dejar el tratamiento médico, cuando por segunda vez me quedé sin producción de células (neutropenia). Sin duda, el principal reto en ese momento fue aceptar que podía sanar o empeorar mi salud e incluso morir. Afortunadamente, mi doctor, decidió acompañar mi decisión y monitorear mi salud constantemente para ver cómo iba reaccionando mi cuerpo sin tratamiento.
¿Cuáles fueron los hábitos que te ayudaron?
Considero que los hábitos en mi vida diaria que me ayudaron a sobre pasar la enfermedad fueron: una sana alimentación, ejercicio moderado, meditación y vivir con aceptación y plenitud. La meditación en mi vida es fundamental, el tipo que llevo a cabo es Mindfulness que significa cultivar la atención plena, con aceptación de lo que ocurre, con curiosidad, con claridad, calma y procurando la ecuanimidad.
De igual manera, me ayudó pensar que todavía tenía yo una misión en la vida, pero lo que más me ayudó fue ser consciente de la impermanencia; de la vida que cambia en todo momento, estar ciertos de que todos los seres humanos tenemos momentos de felicidad y alegría, pero también de enfermedad, sufrimiento, duelo y dolor.
¿Cuáles son las enseñanzas que te ha dejado el cáncer?
Parte de las enseñanzas más importantes de la enfermedad para mí han sido que el amor que nos rodea es más importante que la salud, dar gracias todos los días por todo lo que tenemos, para empezar, por el hecho de estar vivos, aceptar la muerte como un hecho inevitable que sucede en cualquier momento, trabajar la compasión hacia los demás y la autocompasión, encontrar el sentido de nuestra vida, experimentar y ser consciente de la impermanencia, pedir perdón y perdonar.
Por último, Maricarmen compartió algunas recomendaciones de autores que han sido importantes durante este proceso de su vida: Kabat Zin, Thich Nhat Hanh, Pema Chodron, Susan Salsberg, Joseph Goldstein y Javier García Campayo.
Agradezco a Maricarmen su tiempo para esta entrevista, es una mujer que en lo personal admiro por su inteligencia, valentía, empatía e infinitas ganas de compartir y apoyar.
Por: MAC