Ganas de vivir
“Hoy, no estoy cansada de vivir…. Hoy quiero vivir para transitar este camino de la sanación que en el fondo es un camino de encuentro conmigo misma. Quiero descubrir quién soy en realidad, para qué ha servido mi vida en este planeta…”
Dos preguntas para pensar, reflexionar, mirar hacia dentro: ¿Qué tantas ganas de vivir tengo?, ¿Qué tan cansada de vivir estoy?
Sin duda son dos preguntas fuertemente relacionadas, pero a mí se me facilita pensar en ellas por separado y contestar cada una.
¿Qué tantas ganas de vivir tengo?
La perspectiva de mi propia muerte no es, hasta hace unos meses, un asunto del que me haya ocupado.
¿Qué pasó hace unos meses? Dos eventos:
La muerte, en el mes de mayo 2020, de un primo hermano muy querido y del estuve muy cercana los últimos dos años. El tenía un cáncer de colón y después de estar casi dos años en unas terapias muy fuertes, cirugías, en un par de meses se deterioró de manera rápida y muchísimo. Fui testigo de su lucha por vivir, él no quería morirse. Hasta que poco a poco ante lo evidente se fue entregando y consiguió tener una gran paz para irse. Fue muy doloroso porque su familia es aún joven y su hija menor tiene una discapacidad muy extraña.
Con la muerte de Héctor me planteé la necesidad de buscar y conseguir paz en mi alma y por primera vez en prepararme para “estar lista”.
El segundo evento, fue más hacia septiembre de 2020. Derivado de unos estudios que me hicieron y donde se observó que la actividad tumoral se había desatado provocando lesiones más serias en mi lado izquierdo, sobre todo ya muy cercanas al pulmón (tengo una lesión en la pleura). Mi oncóloga le dijo a mi hermana Patricia que tenía yo unos 6 o 7 meses de vida, que era tiempo suficiente para arreglar lo que tuviera que arreglar.
En esos momentos, yo estaba pasando por un evento muy doloroso de mi cuerpo. Tuve o tengo, un problema sacro lumbar. En parte derivado del cáncer que está distribuido en huesos y en parte por un desgaste en un par de vértebras lumbares.
Yo era puro dolor. Estuve yendo a terapia, me contagié de COVID y bueno seguí. Traté de no poner atención al tiempo perentorio de mi vida y bueno pues seguí.
Pero a raíz de estos dos eventos, sí me planteé la necesidad de hacer algo para “estar lista” y empecé a tener sesiones con una psicóloga, que vive en Querétaro y nos vemos por Zoom cada semana. Esto me ha permitido extraer del fondo de mi ser eventos, situaciones, emociones, sentimientos que los he podido ir conversando y así haciéndolos como objetivos.
He pasado de una fase (que no es que haya terminado por completo) de miedo a una de mayor tranquilidad. Sigo en la línea de trabajar para “estar lista”.
Pero, no me quiero morir, suelo decirme que aún no estoy lista.
Y sí, tengo ganas de vivir para descubrir y lograr el propósito de “atenderme a mi misma, de hacerme caso, de ocuparme de mí”, así como de “vivir cada día, con lo que cada día traiga”. Desarrollar una mayor conciencia de la vida, de mi vida, de lo que significa todo eso que dicen por todos lados: agradece cada día ver el sol, agradece estar viva, vive la vida de cada día.
Sí, quiero vivir, pero quiero estar bien, funcional como hasta ahora. Los achaques o problemas que he tenido, los he podido superar. Sí confieso que el dolor cuando es terrible y no puedo hacer nada para calmarlo, me nulifica.
Mis ganas de vivir en realidad están en un continuo, hay día que tengo toda la energía y mis ganas de vivir son inmensas, pero al día siguiente puede que no sean tantas.
Por ejemplo, hoy empecé el tercer ciclo de la quimioterapia tomada, (ciclos de 14 días y 7 de descanso) y después de comer me he sentido apaleada. Dormí una siesta de más de hora y media, me levanté con grúa (mucho esfuerzo) porque tenía que ir a recoger unos materiales que había enviado a fotocopiar.
También me doy cuenta de que mis ganas de vivir pueden ser menos si tengo confrontaciones, en especial con mi marido. Esto me quita mucha energía.
Pero bueno, estoy en un proceso de concientización, de sanación que no es fácil, pues me tengo que enfrentar a mí misma.
Lo que aún no me puedo responder es ¿para qué quiero vivir?
La segunda pregunta: ¿qué tan cansada de la vida estoy? o ¿qué tan cansada de la vida me siento?
Si he experimentado a lo largo de mi vida un sentimiento de cansancio de vivir… pero hace tiempo que no lo experimento.
Recuerdo cuando estuve con mi hermano Sergio hasta su último suspiro, me quedé con él esperando que vinieran las personas de la funeraria por su cuerpo y que me puse a platicar con él y sí le dije que me daba envidia de que él ya era libre. Porque siempre he pensado que la muerte es como una liberación.
Y vivo esa contradicción existencial entre querer vivir la vida, con lo que tengo, lo que hago, lo que soy y querer la liberación de esta vida que no es fácil, que hay mucho dolor, tristezas, angustias que no se pueden resolver y así se van acumulando.
Hoy, no estoy cansada de vivir…. Hoy quiero vivir para transitar este camino de la sanación que en el fondo es un camino de encuentro conmigo misma. Quiero descubrir quién soy en realidad, para qué ha servido mi vida en este planeta…
Siento una convicción: voy a estar sana… recorreré el camino que haya que recorrer para estar sana. Sé que además de mi cuerpo, esto implicará reconciliarme con mis personas más queridas, las que son parte de mi vida, mis hijos, mi marido, mis hermanos. En un siguiente círculo están mis amigos y mis amigas a quienes los amo profundamente y con quieres disfruto de la vida. Con los míos, por alguna extraña razón es más complicado eso de disfrutar de la vida…
Pero ahí están las tareas enfrente…reconciliarme, conseguir “estar lista”, liberarme de miedos y ataduras,
Quiero vivir, quiero descubrir para qué quiero vivir y esta fuerza me ayuda a eventualmente superar el cansancio de la vida, que se va acumulando, así, sin más.
Gracias por escuchar.
Margarita Zorrilla