¿Qué te ha enseñado el cáncer?

No es una pregunta fácil, lleva una reflexión profunda, incluso puede llevar mucho tiempo responderla, se necesita estar en calma con tus emociones y ver las cosas desde ángulos diferentes...

Sé que no es una pregunta sencilla y más cuando se vive una enfermedad como el cáncer, que su impacto puede ser mayúsculo, depende de tu diagnóstico, tipo de tratamiento, vida económica, familiar, social, en fin, generalmente tiene repercusiones en muchos aspectos. Pero, alguna vez has pensado ¿qué te ha enseñado? 

No es una pregunta fácil, lleva una reflexión profunda, incluso puede llevar mucho tiempo responderla, se necesita estar en calma con tus emociones y ver las cosas desde ángulos diferentes. Sin duda, complicado y más cuando se vive dolor, angustia, incertidumbre o enojo. Cualesquiera que sean tus emociones, vale la pena tomarse un tiempo respirar y tratar de pensar ¿qué te ha enseñado el cáncer? o  ¿hay algún aspecto de tu vida que este cambiando de manera más positiva?

Por mi parte, me llevó mucho tiempo darme cuenta de las habilidades y emociones que tuve que desarrollar durante este proceso de la enfermedad. Creo que el cáncer o cualquier enfermedad fuerte, en la mayoría de los casos te ayuda a crear una gran disciplina entorno al cuerpo y a los cuidados que debes tener para poder estar mejor. Algo más que me enseñó fue a ser más paciente, no hay otro remedio, había muchas cosas que estaban fuera de mis manos e imposibles de controlar. Aprendí a ser más agradecida de los buenos momentos, aún en cosas pequeñas, por ejemplo recuerdo que me daba una enorme alegría cuando me quitaban el suero después de varios días porque podía mover mis manos y brazos libremente, o caminar cuando dejaba de estar en reposo absoluto y podía levantarme de la cama, en fin.

Me permitió apreciar más la vida, no darla por garantizada, ni a las personas, ni las cosas, a ser más tolerante conmigo misma en las situaciones difíciles y tratarme mejor. Me di a la tarea de descubrir si había algo que tuviera que arreglar o mejorar en mi vida, la relación con mi familia, conmigo misma, etcétera. Algo significativo  fue dejar a un lado mi ego y aceptar que de un día al otro era un ser frágil que necesitaba ayuda de las personas para hacer la cosas más básicas como: levantarme, bañarme, caminar, comer o leer, en muchas ocasiones recibí apoyo de las personas que menos lo imaginé, aprendí aceptar lo que estaba viviendo.

Asimilé que el éxito no necesariamente es un buen trabajo o las cosas materiales, sino tener bienestar, poder sonreír con las personas que quieres, disfrutar de un buen día, vivir con más empatía hacia los demás, compartir lo que te brinda la vida, etcétera.

Y no es que todo esto lo tenga resuelto en mi vida, es un trabajo constante el recordarlo y practicarlo, porque también se me olvida, pero la vida de alguna u otra forma me lo trae de vuelta con alguna experiencia. Lo que intento siempre es ver las situaciones con diferentes perspectivas, lo que me ayuda a darme cuenta que generalmente hay algo que vale la pena agradecer.

 Por: MAC

 

miriam arteaga